Se podría decir que vamos poco a poco, hoy tan solo he pensado un par de veces en ti. Hoy solo me he acordado de unos cuantos besos, hoy únicamente he recordado una de las despedidas. Intento escribir mil palabras, pero todas las frases que creo a partir de ellas te dibujan de protagonista. La distancia hizo de nosotros lo poco que sé que somos, y este mes, bueno este mes ha hecho el resto. Sigo inmersa en la irracionalidad de los hechos sin ser consciente de todo lo que ello conlleva. No soy capaz de mirar mas allá de lo que mis ojos ven por la ventana. La televisión y su volumen corrompen cada uno de mis estados mas intensos de animo y yo, yo no puedo, o no sé poder, o no quiero poder. La cara bonita de la casa se va entristeciendo y es imposible para mi sonreír por algún motivo ahora mismo.

El pánico, por lo general, provoca dos estados de ánimo. El primero es el miedo, el segundo, el humor. En cuanto al primero, lo envidio, hace lo posible por sobrevivir a cualquier situación siendo capaz de transformar su angustiada situación solo por temor a que algo, alguien, corrompa su estabilidad tanto emocional, como física y sobretodo psicológica. Al segundo, lo envidio incluso un poco mas, no es capaz de creer que lo que pasa genera el menor estrago en su vida y si lo generase, dado el caso, no tendría problema en minimizar cualquier tipo sentimiento con tal de echarse unas risas con los amigos en el bar de la esquina.

El problema aquí es que no se podía ir a ese bar. El problema ahora es que no se podía salir a la calle. Las consecuencias de tocar, respirar, incluso mirar durante mas de dos minutos un punto fijo ajeno a tu ser podría cambiar radicalmente tu día, tu semana, el mes entero.

No se sabe como empezó y lo que tampoco se sabe es como se va a llegar a terminar. Sabemos que proviene de la gran Asia oriental, un virus, un pequeño virus que ha coronado a miles de personas. Al principio se pensó que era un problema nacional como otros muchos han tenido. Ese fue el error de todos, el error de muchos de nosotros. Cuanto mas avanzaba el año, esa pequeña mota de polvo sucumbía a los encantos de cientos de personas que estaban en una situación generalmente crítica de su vida. Los primeros en morir fueron las personas mayores, aquellas que tenían algún problema lo suficientemente grande como para no sobrevivir a una gripe intensa que colonizaba cuerpos como rayos de sol sobre la Tierra. 

Los países asiáticos alrededor de China sufrieron el primer contacto y Europa, bueno… todos aquellos países que conforman la gran colonia europea fueron los protagonistas de la mutación tan plausible que protagonizó el famoso Coronavirus. Así lo llamaban, otros lo denominaban por su nombre científico, Covid-19.

Ni un adiós fue suficiente para despedirme de ella, no por su falta, ni mucho menos, aun seguía con la telenovela en la casa, sino por su ausencia. Antonia vivía sola desde la muerte de su marido, hacía ya bastante de eso, pero aun dolía, claro que dolía… y seguiría doliendo. 

Lo complicado no era no hablar con todos tus conocidos, porque claro que se hacía, teníamos la suficiente tecnología para hacerlo, el problema era la ausencia de amor que el roce podía crear sin darse cuenta. Comunicarse no era el problema, sentir era lo que nos faltaba a muchos.