PARA SIEMPRE
- Lucía López
- 10 ene 2021
- 3 Min. de lectura
Los momentos suelen ser tristes por el recuerdo tan vacío que dejan, por la sensación de no sentir o de hacerlo demasiado y al mismo tiempo. Cuando pasa, mejora, pero en la memoria permanece para siempre, el sentimiento de dolor.
Fueron complicados los días, aquellos que por más que la mañana amaneciese, una era incapaz de levantar la mirada por encima de su propia existencia. Perdonar la vergüenza pasada, lo comentado con malicia o las personas que hicieron olvidarte de ti. Todo, todo eso, para volver a mirarte en el espejo en busca de tu verdadero reflejo.
Acabar encontrándote para volver a perderte unos meses después, sin la certeza de saber como volver a empezar, como volver a sonreír con la misma mirada de ilusión en tus ojos. Entonces te das cuenta de que aquello que imaginas, que aquello que intentas recuperar es imposible, porque no existe y porque ha dejado de existir para siempre.
Lo único que te queda es crear. Empiezas a descubrirte buscando la forma, no de ser feliz con lo que tienes, sino, de dejar de estar triste con todos tus recuerdos.
Y no son cosas extraordinarias las que empiezas a descubrir, es, por ejemplo, terminar de leer un informe de noventa y seis páginas, cerrar tu portátil, quedarte en silencio en tu escritorio y escuchar de manera leve pero entendible a tu madre cantando en la ducha. Y no te fascina solo esas dos únicas estrofas que se sabe, te fascina la alegría con la que canta y entonces tú, en tu escritorio, después de todo, intentas adivinar el porqué de su alegría, pero eres incapaz de hacerlo porque sabes que su felicidad era instantánea, instantánea y única.
Entonces te ves conduciendo y al cambiar de emisora, justo está sonando tu canción favorita, pero no está terminando, no, esta justo empezando. A pleno pulmón, subes el volumen y la cantas, y recuerdas la sensación de alegría de tu madre cuando la oíste a ella y se multiplica por mil lo que sientes.
Apareces quizás contando los segundos para empezar una entrevista de trabajo, un trabajo que has descubierto que te puede llegar a encantar con la ayuda de los que te quieren ayudar, tres, dos, uno y antes de aparecer en una ventana emergente que te permitirá demostrar todo el valor que puedes ser capaz de crear, te preguntas ¿y qué es lo peor que me puede pasar? Sonríes y te atreves, te atreves con la nueva idea de ver una imagen tuya completa porque te lo crees merecer y por supuesto, te lo mereces.
Puedes estar también abriendo una cerveza en la casa de un amigo, mirar a tu alrededor y estar cómoda en un lugar en el que nunca has estado, con personas que relativamente conoces pero que te han enseñado mucho mas de lo que puedas leer en cualquier libro.
Llega entonces el momento en el que esos pequeños placeres, aun siendo pequeños son los que te completan como persona, una persona que aun viviendo momentos que son tristes de recordar aprende a vivir con aquellos demonios de un pasado que ya ha pasado, del que se ha aprendido y el que poco a poco se desvanece, pero sin llegar nunca a desaparecer, únicamente por el hecho de que lo que has vivido te ha permitido ser la mejor versión de quien eres hoy y ahora.
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